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Trascender se trata más que de estar o de hacer algo de lo cual aferrarse como una huella; Se trata de seguir caminando sobre lo ya creado. Lograr algo grande y sobrepasarlo, suele ser difícil o imposible. Sin embargo, seguir una línea que evoluciona de a poco y seguir cautivando al público como esos primeros éxitos, es una hazaña que no muchos ni muchas logran. El cantautor uruguayo Jorge Drexler es uno de eso que ha calado hondo, lo ha logrado y una muestra de ello fue el éxito de su concierto en el Coca Cola Music Hall en donde presentó su disco “Tinta y tiempo”; Canciones en las cuales la poética, las emociones, las historias se juntan para crear un rico disfrute sensorial.
Cerca de las 9:30 PM y con ambos pisos del local de eventos totalmente llenos, las luces se apagaron despertando una gran algarabía. Luego de unos sonidos de fondo, entró la banda seguido de Drexler quien fue recibido con un gran aplauso y el público de pie. Como todo buen plan para una noche única, comenzó con la canción precisa: “El plan maestro”. Luego de esa excelente selección para comenzar el concierto, dejó muchos deseos en el público y fue precisamente esa la segunda canción, “Deseo”, que puso a todo el sitio a cantar al unísono. Luego de dar la bienvenida y gracias, el concierto continuó con las canciones: “Corazón impar”, “Cinturón blanco”, “Me haces bien”, “Fusión”, “Bendito desconcierto”, “Inoportuna” y “Era de amar”.
Luego de uno planteamientos sociales/filosóficos/científicos llenos de cotidianidad, el espectáculo continuó con las canciones: “¡Oh, algoritmo!”, “Salvapantallas”, “Asilo”, “Tinta y tiempo” (La cual incluyó un excelente solo de batería), “El día que estrenaste” (Interpretada solo a guitarra y piano con su pianista), “La milonga del moro judío”, la sorpresa de cantar “Lamento borincano” solo a guitarra y con una de sus coristas; Canción en el cual Drexler demostró su genialidad creativa cuando su corista, sin querer, saltó una parte y él improvisó sobre ese hecho haciéndolo una graciosa, sin ofender a ésta y perder el ritmo de la canción; Al final de la improvisación, retomó la misma y continuaron la misma de manera magistral. Esta parte terminó con la canción “Duérmevela”.
Como la vida es un constante moverse en todas sus dimensiones y luego de unas palabras de Drexler, el concierto continuó poniéndose el público de pie para la canción “Movimiento” la cual tuvo la sorpresa que a mitad de ésta entrara un exquisito grupo de mujeres barrileras dándole un toque de bomba a la pieza lo cual provocó un mar de emociones. Este junte de mujeres estuvo compuesto por: Amarilys Ríos Rosa (De vuelta al tambor luego de su jornada y batalla contra el cáncer y quien fuera la primera mujer que tocó el tambor de bomba profesionalmente), Mariela Mendoza Solís, Minirka Cabán Casanova, Bárbara Pérez Rodríguez, Jacqueline Archeval Hernández, Naisa Santana Rivera, Jocelyn Vélez Vélez y Adriana Santoni Rodríguez. Con esas sensaciones, continuó con las canciones: “Tocarte”, “Telefonía” y “Silencio” en la cual, en uno de esos silencios, Drexler pareció despedirse y salió corriendo de tarima.
Con ese sabor musical bailable y con la gente pidiendo otra, el cantautor y la banda regresaron para interpretar: “La guerrilla de Concordia”, “Luna Rasquí”, “Todo se transforma”, “Amor al arte” y un cierre magistral con “Bailar en la cueva”. En esta canción no solo contó, de nuevo, con la participación de las mujeres de la bomba, sino que Drexler, en cierto momento, salió de la parte central de la tarima para que estas mujeres, a solas llenaran el lugar con su música, energía y bailes mientras éste observaba desde atrás y bailaba y aplaudía. En cierto momento, regresó, saludó a cada una de las mujeres, se despidió del público y se fue siendo premiado con un gran aplauso y la gente de pie.
El concierto de Jorge Drexler en el Coca Cola Music Hall fue un viaje sensorial por su trayectoria musical que se prolongó por casi dos horas y media. La curadoría de la selección y orden de las canciones, impecable. Su banda, compuesta por dos coristas con un don de canto casi mágico, una pianista, un guitarrista, un bajista/percusionista y el baterista, todos también cantantes, dotaron a cada canción de una textura sublime. Los diálogos del cantautor, precisos, en los cuales él mismo, en ocasiones, se auto infligía sarcasmo. El haber hecho de un error en “Lamento borincano” una obra de arte creativa que no ofendió ni al público ni la corista, sencillamente magistral. El juego de luces poniendo los acentos de tonos, precisos. Las mujeres de la bomba felices, en entrega y dando lo mejor que como pueblo podemos dar: Nuestro sabor de gente que se siente en nuestra música y en las caras de pasión de cada una de ellas. Al final del concierto, no se escucharon comentarios de alguna canción que faltara. Había felicidad, una energía mucho más intensa que al principio del concierto y la satisfacción de lo vivido. Es que la tinta y tiempo suelen ser un junte lleno de posibilidades y esa noche Drexler nos dio ese toque que se nos tatuó en el alma para siempre.
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