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Writer's pictureAngel Matos

Sublime y emotivo Maná en su regreso a Puerto Rico


La música suele ser ese espacio en el cual muchas personas se encuentran. Algunas por el placer sonoro de los ritmos y otros por la calidad de la letra de las canciones. Hay grupos y bandas que han sabido juntar estos dos elementos de modo consistente a través de los años creando un estilo único que ha atraído diversas generaciones. En 1995, una banda de jóvenes soñadores partió de México llenos de deseos de compartir su música y llegaron a Puerto Rico. Aunque luego de ese histórico momento en que tuvieron más de seis conciertos todo vendido en el Coliseo Roberto Clemente han vuelto a la Isla varias veces a través de los años, había una sensación de que esta nueva presentación en el Coliseo de Puerto Rico sería especial y sin lugar a duda, así fue.


La espera por la afamada y querida banda se sentía en el Coliseo desde tempranas horas. Rápidamente se fue llenando de personas de diversas edades, pero con un mismo deseo. Daba gusto mirar alrededor desde Arena hasta la última fila cerca del techo, totalmente llena la sala. En cierto momento las personas comenzaron a vitorear “¡Oe, oe he he he, Maná… Oe, oe he he he, Maná!” varias veces. De pronto, se apagaron todas las luces. Al ritmo de la música, unas pantallas sobre la tarima comenzaron a iluminarse intermitentemente con las letras del nombre de la banda lo cual despertó una gran ovación. Al subir las mismas y abrirse el telón, Maná fue recibido con un gran aplauso y todo el público de pie mientras que interpretaron su primera e icónica canción: “Cómo te deseo”.


Con una euforia cautivante y pegajosa, al terminar esta canción Fher, el vocalista dio la bienvenida al tiempo que prometía un espectáculo que sería un viaje por las canciones que el público ha hecho suyas. Con ese estilo musical en la pasión interpretativa de cada uno de sus músicos en especial su baterista, Álex González, el juego de luces, las animaciones en las pantallas y la pasión en sus rostros, el concierto continuó con las canciones: “De los pies a la cabeza”, “Labios compartidos”, “¿Dónde jugarán los niños?”, “Vivir sin aire”, “Mariposa traicionera”, “Corazón espinado” que despertó gran euforia ya que la cantaron con la sorpresa en tarima de Draco Rosa. Así terminaron esa parte el espectáculo con” “Oye mi amor”, “El Rey” y “Como un perro/Me vale”.


Al terminar esta última canción, Alex, el baterista, se quedó solo haciendo un solo magistral en su instrumento. En la parte posterior y tras los asientos de Arena, había una pequeña tarima. Mientras el solo continuaba, en dicha tarima subieron Fher y Sergio Vallí su guitarrista. Allí, de modo semi acústico, interpretarían varias canciones más en contacto con el público. La primera de éstas fue una mexicanísima: “Te solté la rienda”. Al terminar la misma, Fher presentó la próxima canción en un discurso poético tras lo que le llevó a escribir la misma lo cual fue la pérdida de su padre. Robando suspiros y algunas lágrimas cantó: “El reloj cucú”. Luego se le unieron en tarima Alex y Juan Calleros, el bajista. Desde ese pequeño espacio que se hizo infinito, entre los cuatro interpretaron: “Te lloré todo un río”, canción en la cual Fher se quedó callado, apuntó con su micrófono al público para escuchar a más de 15,000 personas cantando al unísono el coro de dicha pieza. Con esa emotividad, terminaron dicha parte con “Eres mi religión”.


Cruzando entre las secciones de Palco y Arena, regresaron a la tarima principal para tocar las últimas canciones del concierto. Allí interpretaron “El muelle de San Blás”. Antes de la última canción, Fher hizo un alto para agradecer el público, pero, sobre todo, honrar y homenajear el espíritu de lucha de los puertorriqueños luego de los devastadores pasos de los huracanes María y Fiona. En dicho discurso, recalcó varias veces que eso era parte del espíritu latinoamericano que se siempre se cae y se levanta. Recalcó varias veces esa palabra: Latinoamericanos. Al terminar sus palabras el cantante, se puso de rodillas en el suelo e hizo gestos de abrazos al público; Luego bajó la cabeza y la subió con lágrimas cayendo. Se retiraron de la tarima, pero la gente pidió otra y ellos no los hicieron esperar mucho apareciendo para cerrar una noche sublime con la canción: “Rayando el Sol”.


El concierto de Maná fue una joya musical, de producción y de energía. La banda no defraudó cantando y tocando con pasión y entrega las canciones que la gente ha hecho suya con la calidad y excelencia que les caracteriza. La producción hizo un espectáculo de luces y sonido impecable. El público se comportó de altura estando básicamente todo el concierto de pie cantando y premiando con aplausos y vítores cada canción. Pocos grupos logran mantenerse fieles a un estilo y permanecer en la psiquis de las personas y en los estudiosos de la música a través del tiempo y Maná ha tenido esa magia y dicha. Esa noche del 1 de octubre de 2022 fue una de conexión entre Maná y el público; Entre el público y Maná; Entre Maná y Maná; Entre el público y el público en una velada emotiva y llenas de historias personales y colectivas de esas que nos marcan para siempre.


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